Fuenteovejuna – Lope de Vega

Trasfondo (background) de Fuenteovejuna

En ella se ven los problemas que sufre Castilla porque el rey, Enrique el IV, apodado El Impotente, sólo tuvo una hija después de estar casado 13 años con Blanca de Navarra y 9 años después de casarse con la hermana del rey de Portugal, Juana de Portugal. A su hija, llamada Juana, la gente y los enemigos de Enrique le ponen el apodo de La Beltraneja porque corren rumores que el padre de ella no es el rey, sino más bien un noble que subió de poder muy rápidamente en la corte llamado  Beltrán de la Cueva. Dadas estas circunstancias, cuando muere Enrique IV, se abre una guerra de sucesión (para saber quién tenía derecho a ser rey de Castilla) entre Portugal y la orden de Calatrava, que apoya a Juana, y Alfonso de Castilla, el hermano menor del rey Enrique.

Juana de Portugal y Blanca de Navarra
Juana de Portugal y Blanca de Navarra

En esta obra de teatro se ve claramente el conflicto entre el pueblo de Fuenteovejuna y de Fernán Gómez, el Comendador, porque comete todo tipo de abusos a la buena gente del pueblo. Lo hace por ser el jefe feudal de la región en la que se encuentra la villa de  Fuenteovejuna. El sistema feudal era un sistema de gobierno en el cual el rey le daba ciertas tierras a los noble que le ayudaron en las guerras contra los moros antes del año 711 y la conquista de tierras en el Nuevo Mundo. El señor feudal debía de tratar a sus trabajadores bien y debía encargarse de su educación en la fe católica, pero si era necesario, debía tomar armas para defender sus tierras o al rey.

El Comendador, Fernan Gómez, de esta obra es un caballero de una orden de soldados llamada a la orden de Calatrava. Los señores feudales tenían derecho a un porcentage de los productos que sus trabajadores producían. También es el jefe y uno de los soldados más fuertes y valientes de la Orden de Calatrava. En los tiempos en los que ocurrieron los hechos narrados en la obra, la Orden de Calatrava estaba en conflicto con los Reyes Católicos, Fernando e Isabel de España porque la orden estaba apoyada politicamente por Portugal.

Lo que se ve en la obra de teatro que van a leer es la batalla por los derechos de los labradores contra los derechos del señor feudal, y la batalla entre la Orden de Calatrava, apoyada por Portugal contra Fernando e Isabel, los reyes católicos.

Fuenteovejuna

Actores representando la escena en la cual el pueblo de Fuenteovejuna va a matar al Comendador

Sale LAURENCIA, desmelenada

Sala del consejo en Fuenteovejuna. Sale Laurencia, desmelenada.

LAURENCIA:     Dejadme entrar, que bien puedo,
               en consejo de los hombres;         
               que bien puede una mujer,
               si no a dar voto, a dar voces.
               ¿Conocéisme?

ESTEBAN:       ¡Santo cielo!
               ¿No es mi hija?

JUAN ROJO:     ¿No conoces
               a Laurencia?

LAURENCIA:     Vengo tal,           
               que mi diferencia os pone
               en contingencia quién soy.
ESTEBAN:       ¡Hija mía!

LAURENCIA:     No me nombres
               tu hija.

ESTEBAN:       ¿Por qué, mis ojos?
               ¿Por qué?

LAURENCIA:     Por muchas razones, 
               y sean las principales:
               porque dejas que me roben
               tiranos sin que me vengues,
               traidores sin que me cobres.
               Aún no era yo de Frondoso,  
               para que digas que tome,
               como marido, venganza;
               que aquí por tu cuenta corre;
               que en tanto que de las bodas
               no haya llegado la noche,          
               del padre, y no del marido,
               la obligación presupone;
               que en tanto que no me entregan
               una joya, aunque la compren,
               no ha de correr por mi cuenta          
               las guardas ni los ladrones.
               Llevóme de vuestros ojos
               a su casa Fernán Gómez;
               la oveja al lobo dejáis
               como cobardes pastores.       
               ¿Qué dagas no vi en mi pecho?
               ¿Qué desatinos enormes,
               qué palabras, qué amenazas,
               y qué delitos atroces,
               por rendir mi castidad        
               a sus apetitos torpes?
               Mis cabellos ¿no lo dicen?
               ¿No se ven aquí los golpes
               de la sangre y las señales?
               ¿Vosotros sois hombres nobles?          
               ¿Vosotros padres y deudos?
               ¿Vosotros, que no se os rompen
               las entrañas de dolor,
               de verme en tantos dolores?
               Ovejas sois, bien lo dice          
               de Fuenteovejuna el hombre.
               Dadme unas armas a mí
               pues sois piedras, pues sois tigres...
               -Tigres no, porque feroces
               siguen quien roba sus hijos,       
               matando los cazadores
               antes que entren por el mar
               y pos sus ondas se arrojen.
               Liebres cobardes nacisteis;
               bárbaros sois, no españoles.        
               Gallinas, ¡vuestras mujeres
               sufrís que otros hombres gocen!
               Poneos ruecas en la cinta.
               ¿Para qué os ceñís estoques?
               ¡Vive Dios, que he de trazar       
               que solas mujeres cobren
               la honra de estos tiranos,
               la sangre de estos traidores,
               y que os han de tirar piedras,     
               hilanderas, maricones,
               amujerados, cobardes,
               y que mañana os adornen
               nuestras tocas y basquiñas,
               solimanes y colores!          
               A Frondoso quiere ya,
               sin sentencia, sin pregones,
               colgar el comendador
               del almena de una torre;
               de todos hará lo mismo;          
               y yo me huelgo, medio-hombres,
               por que quede sin mujeres
               esta villa honrada, y torne
               aquel siglo de amazonas,
               eterno espanto del orbe.      

ESTEBAN:       Yo, hija, no soy de aquellos
               que permiten que los nombres
               con esos títulos viles.
               Iré solo, si se pone
               todo el mundo contra mí.         

JUAN ROJO:     Y yo, por más que me asombre
               la grandeza del contrario.

REGIDOR:       ¡Muramos todos!

BARRILDO:      Descoge
               un lienzo al viento en un palo,
               y mueran estos enormes.       

JUAN ROJO:     ¿Qué orden pensáis tener?

MENGO:         Ir a matarle sin orden.
               Juntad el pueblo a una voz;
               que todos están conformes
               en que los tiranos mueran.         

ESTEBAN:       Tomad espadas, lanzones,
               ballestas, chuzos y palos.

MENGO:         ¡Los reyes nuestros señores
               vivan!

TODOS:         ¡Vivan muchos años!

MENGO:         ¡Mueran tiranos traidores!         

TODOS:         ¡Tiranos traidores, mueran!

(Vanse todos los hombres)
LAURENCIA:      Caminad, que el cielo os oye. (gritando) 
                ¡Ah, mujeres de la villa! 
                ¡Acudid, por que se cobre
                vuestro honor, acudid, todas!
Escena VI

Sale Esteban, Frondoso, Juan Rojo, Mengo, Barrildo
y otros labradores, todos armados. El Comendador,
Flores, Ortuño, Cimbranos

ESTEBAN:       Ya el tirano y los cómplices miramos.
              ¡Fuenteovejuna, y los tiranos mueran!

Salen todos

COMENDADOR:    Pueblo, esperad. 

TODOS:         Agravios nunca esperan. 

COMENDADOR:    Decídmelos a mí, que iré pagando
               a fe de caballero esos errores. 

TODOS:         ¡Fuenteovejuna! ¡Viva el rey Fernando! 
              ¡Mueran malos cristianos y traidores! 
COMENDADOR:   ¿No me queréis oír? Yo estoy hablando, 
               yo soy vuestro señor. 
TODOS:         Nuestros señores son los reyes católicos. 

COMENDADOR:    Espera. 
TODOS:         ¡Fuenteovejuna, y Fernán Gómez muera!

Vanse y salen las mujeres armadas

LAURENCIA:     Parad en este puesto de esperanzas,  
               soldados atrevidos, no mujeres.

PASCUALA:      ¿Los que mujeres son en las venganzas,
               en él beban su sangre, es bien que esperes?

JACINTA:       Su cuerpo recojamos en las lanzas.

PASCUALA:      Todas son de esos mismos pareceres. 
Dentro
ESTEBAN:       ¡Muere, traidor comendador!

Escena X

Saca un escudo JUAN ROJO con las armas reales
COMENDADOR:     Ya muero.
                ¡Piedad, Señor, que en tu clemencia espero!

REGIDOR:        Ya las armas han llegado

ESTEBAN:        Mostrad las armas acá.

JUAN ROJO:      ¿Adónde se han de poner?

REGIDOR:         Aquí, en el ayuntamiento.

ESTEBAN:        ¡Bravo escudo!

BARRILDO:       ¡Qué contento!

FRONDOSO:       Ya comienza a amanecer,
                con este sol, nuestro día.

ESTEBAN:        ¡Vivan Castilla y León,
                y las barras de Aragón,
                y muera la tiranía!
                Advertid, Fuenteovejuna,
                a las palabras de un viejo;
                que el admitir su consejo
                no ha dañado vez ninguna.
                Los reyes han de querer
                averiguar este caso,
                y más tan cerca del paso
                y jornada que han de hacer.
                Concertaos todos a una
                en lo que habéis de decir.

FRONDOSO:       ¿Qué es tu consejo?

ESTEBAN:        Morir
                diciendo "Fuenteovejuna,"
                y a nadie saquen de aquí.

FRONDOSO:       Es el camino derecho.
                Fuenteovejuna lo ha hecho.

ESTEBAN:       ¿Queréis responder así?

TODOS:         Sí.

ESTEBAN:       Agora pues, yo quiero ser
               agora el pesquisidor,
               para ensayarnos mejor
               en lo que habemos de hacer.
               Sea Mengo el que esté puesto
               en el tormento.

MENGO:         ¿No hallaste otro más flaco?

ESTEBAN:       ¿Pensaste que era de veras?

MENGO:         Di presto.

ESTEBAN:       ¿Quién mató al comendador?

MENGO:         Fuenteovejuna lo hizo.

ESTEBAN:       Perro, ¿si te martirizo?

MENGO:         Aunque me matéis, señor.

ESTEBAN:       Confiesa, ladrón.

MENGO:         Confieso.

ESTEBAN:       Pues, ¿quién fue?

MENGO:         Fuenteovejuna.

ESTEBAN:       Dadle otra vuelta.

MENGO:         ¡Es ninguna!

ESTEBAN:       ¡Cagajón para el proceso!

Sale el REGIDOR

REGIDOR:       ¿Qué hacéis de esta suerte aquí?

FRONDOSO:      ¿Qué ha sucedido, Cuadrado?      

REGIDOR        Pesquisidor ha llegado.

ESTEBAN:       Echad todos por ahí.

REGIDOR:       Con él viene un capitán.

ESTEBAN:       ¡Venga el diablo!  Ya sabéis
               lo que responder tenéis.         

REGIDOR:       El pueblo prendiendo van,
               sin dejar alma ninguna.

ESTEBAN:       Que no hay que tener temor.
               ¿Quién mató al comendador,
               Mengo?
MENGO:         ¿Quién?  Fuenteovejuna.

Nadie pensó que Isabel se convertiría en la reina de Castilla

Isabel y Fernando, los reyes Católicos
Isabel y Fernando, los reyes Católicos

Después de la muerte de Alfonso apenas 10 meses desde que tomó el poder, sólo quedaba una heredera a la corona de Castilla; Isabel, la futura reina de Castilla. Se casó con el hijo del rey de Aragón, Fernando. Esa reunión creo el país de España. Isabel era reina de Castilla y de  Navarra en el nordeste del país y acababan de conquistar el último reino árabe (Granada) en la península. Fernando, hijo del rey de la Corona de Aragón, era dueño de un triangulo del territorio al noreste del país que incluye  toda la frontera de los Pirineos al norte (excepto de las frontera de Navarra y el País Vasco), por el Meditteraneo hacia el sur hasta casi la mitad de toda la costa de la península de norte a sudeste. Además, Fernando era dueño de las Islas Baleares y otras en el Mediterráneo.

España al principio de la guerra contra Granada
España al principio de la guerra contra Granada, 1482
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